“Amen a sus enemigos y recen por sus persecutores”: es el “misterio” ante el que los cristianos deben conformarse para ser perfectos como el Padre. Es cuanto destacó el Pontífice en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el tercer martes de junio.
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El perdón, la oración, el amor por quien nos “quiere destruir”, por nuestro enemigo: Sólo la Palabra de Jesús puede tanto. Al reflexionar sobre el capítulo 5, versículo 43, del Evangelio de Mateo propuesto por la liturgia del día, el Pontífice admitió la dificultad humana de seguir el modelo de nuestro Padre celestial que tiene un amor “universal”. De ahí que haya destacado el desafío del cristiano de pedir al Señor la “gracia” de saber “bendecir a nuestros enemigos” y comprometernos a amarlos.