Antes de volver al Padre, Jesús encomienda a la iglesia, es decir, a los discípulos reunidos, a llevar la buena noticia de su salvación a todos los confines de la tierra. La comunidad cristiana, fiel a esta misión, prepara hombres y mujeres para que sean verdaderos discípulos del Señor. Hoy estamos llamados a la proclamación del misterio de Cristo, mediante el Kerigma El Kerigma es la preparación fundamental de todo cristiano que quiere tener relación de ojos abiertos y corazón palpitante con Cristo resucitado.
1. El Amor de Dios
El amor de Dios es motivado por su paternidad, no por nuestra bondad; nos ama porque es nuestro padre y nosotros somos sus hijos. Porque él es amor, no nos pide nada para amarnos: él nos ama de manera incondicional. Dios te ama más de lo que te pueda amar nadie en este mundo.
2. Las Consecuencias del Pecado
Para experimentar ese gran amor que tiene Dios reservado para nosotros será necesario entregarle nuestra vida y nuestro corazón con fe, esto es, creerle que todo lo que nos ha prometido lo cumplirá, y así estar dispuestos a dejar nuestra vida en sus manos, para lo cual será necesario renunciar al pecado, abandonar nuestro antiguo modo de vivir, y empezar una vida según el ejemplo y las enseñanzas de Cristo.
3. Fe y Conversión
Para experimentar ese gran amor que tiene Dios reservado para nosotros será necesario entregarle nuestra vida y nuestro corazón con fe, esto es, creerle que todo lo que nos ha prometido lo cumplirá, y así estar dispuestos a dejar nuestra vida en sus manos, para lo cual será necesario renunciar al pecado, abandonar nuestro antiguo modo de vivir, y empezar una vida según el ejemplo y las enseñanzas de Cristo.
4. Satanás y sus obras
El demonio busca inducirnos al pecado para alejarnos de Dios y, así, conducirnos a la muerte. Nos engaña sobre qué hace en realidad felices a los hombres. Nos aleja de Dios mediante la superstición, la magia y el esoterismo. Para ser fieles a Dios en el seguimiento de Jesús, no sólo hemos de alejarnos del pecado, sino renunciar a todo aquello que nos aleja de Dios, renunciar a Satanás y sus obras y hacer el firme propósito de no volver a pecar.
5. Señorío de Cristo
San Pablo al escribir a los Filipenses les dice que Dios constituyó a Jesús como Señor y que le concedió todo poder en el cielo y en la tierra. Jesús es el Señor del universo y toda criatura le está sometida; Dios le hizo juez de vivos y muertos. El cristiano necesita aceptar a Jesús en su vida de cada día como su Dios y Señor y le ha de entregar todo su ser, acciones, pensamientos, deseos y proyectos. Decirle Señor a Jesús supone hacer lo que él nos pide.
6. El Espíritu Santo
Jesús pide a sus discípulos que no se aparten de Jerusalén para recibir al abogado consolador, la promesa del Padre. Es un compromiso de Dios para con los hombres por medio de Jesús. Sólo el Espíritu Santo logra la renovación interior del hombre, haciéndolo hombre nuevo. El amor, la armonía, la paz, el servicio son prueba de la presencia del Espíritu Santo en medio de su iglesia.