El Padre Alberto Linero nos explica que en Antiguo Testamento el Pueblo de Dios no aprendió de sus fracasos y errores, por lo que se equivocaba reiteradamente, y en nuestro tiempo lo volvemos a padecer. Podemos aprender de nuestros fracasos para que nos catapulten al éxito.
En ese tiempo, los hombres de Nabucodonosor, rey de Babilonia, marcharon contra Jerusalén y sitiaron la ciudad. Nabucodonosor rey de Babilonia, llegó para atacar la ciudad mientras sus hombres la sitiaban. Joaquín, rey de Judá, salió para rendirse al rey de Babilonia junto con su madre, sus servidores, sus jefes y sus eunucos; el rey de Babilonia lo tomó prisionero el año ocho de su reinado. Sacó todos los tesoros de la casa de Yavé y los tesoros del palacio real. Rompió todos los objetos de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para la casa de Yavé, tal como Yavé lo había predicho. Desterró a todo Jerusalén, a todos los jefes y a todos los militares; en total, diez mil desterrados contando a todos los herreros y cerrajeros; del pueblo sólo dejó a la gente humilde. Desterró a Joaquín a Babilonia; mandó desterrados a Babilonia a la madre del rey, a sus mujeres, a sus eunucos y a las personas importantes del país. El rey de Babilonia mandó desterrados a Babilonia a siete mil hombres que servían: mil herreros y cerrajeros y todos los hombres que podían portar armas. (2 Reyes 24,10-16)
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