Así como Dios nos creó en un instante, así en un instante nos puede transformar, pero para que ese instante sea transformante tenemos que seguir lo que los santos nos enseñan que Dios no nos puede salvar sin nosotros, crear sin nosotros si, pero salvar sin nosotros no; entonces esa transformación instantánea que puede ocurrir tiene que ser con el aporte de nuestra vida y nuestra sangre al Señor y en esa forma podrá haber transformación y eso es lo único que el Señor quiere darnos, la transformación radical porque lo demás no sirve. Cuando el hombre se sujeta a un proceso humano común de un cambio voluntario, jamás llega a cambiar porque es como quien quiere dejar el cigarrillo y dice “voy a fumar menos” o el que quiere dejar el alcohol y dice “voy a tomar menos” o el que quiere dejar de fornicar y dice “voy a fornicar menos” no funciona así y todos sabemos eso. Tenemos que cortarlo de raíz, la mala hierba se saca desde la raíz…