Oh Cristo para poder servirte mejor
dame un corazón noble, un corazón fuerte
para aspirar por los altos ideales
y no por opciones mediocres.
Un corazón generoso en el trabajo
viendo en el no una imposición
sino una misión que me confías.
Un corazón grande en el sufrimiento,
siendo valiente soldado ante mi propia cruz
y sensible cirineo para la cruz de los demás,
sin corazón grande para con el mundo
siendo comprensivo con sus fragilidades
pero inmune a sus máximas seducciones
un corazón grande con los hombres
leal y atento para con todos
pero especialmente servicial
Y dedicado a los pequeños humildes.
Un corazón nunca centrado sobre mí
siempre apoyado en ti,
feliz de servirte y servir a mis hermanos,
¡ oh mi señor! Todos los días de mi vida
Amén.
P. Ignacio Larrañaga