Marino Restrepo nos habla de la necesidad del despertar de la conciencia para estar muy atentos en estos momentos de batalla espiritual, sin tambalear o descuidarnos pues es en esta época donde debemos estar vigilantes, pero con la conciencia de que Cristo prometió que siempre estará con nosotros.
El Espíritu Santo que se manifiesta constantemente en la iglesia, en los corazones de cada uno de nosotros, nos lleva como una unidad santificadora y purificadora en este peregrinar por la tierra, en este exilio y cada uno de nosotros, entre más nos compenetramos con esa mística de la presencia de Dios en tantas forma dentro de la Iglesia, en especial en la Eucaristía, pues nos vamos compenetrando en un solo cuerpo, fortaleciendo la iglesia a pesar de todas las batallas y a pesar de los tiempos, a pesar de que en este momento vivimos ese espíritu de indiferencia, de sequedad, de superficialidad, de rebeldía, de materialismo, un espíritu que se ha robado gran parte de la unción, pero es parte de la batalla espiritual. Es como decir: cuando los soldados se van a la guerra, en un momento dado están entusiasmados a batallar con mucha valentía, sin miedo y sin pereza y hay momentos en que si la batalla es muy larga, comienza en algunos lados a cansarse, a perder el entusiasmo, a perder la fe, la esperanza y la valentía y eso es parte de una batalla inevitable. Tenemos que mantenernos firmes, alimentándonos bien para que el cansancio nos tome por sorpresa y de repente dejemos las armas y nos sorprenda el enemigo.
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