Juan nos dice en este fragmento de su primera carta que «Dios es amor y que aquel que dice amar a Dios pero no ama a su hermano es un mentiroso». También leeremos que “Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios permanece en él” lo que nos recuerda mucho algunos segmentos del amplio discurso eucarístico de Jesús en Cafarnaúm, precisamente del evangelio de Juan (Juan 6, 22 – 59).
Dios es amor
(Primera carta de San Juan 4, 7-21)
7 Queridos míos,
amémonos los unos a los otros,
porque el amor procede de Dios,
y el que ama ha nacido de Dios
y conoce a Dios.
8 El que no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor.
9 Así Dios nos manifestó su amor:
envió a su Hijo único al mundo,
para que tuviéramos Vida por medio de él.
10 Y este amor no consiste
en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó primero,
y envió a su Hijo
como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
11 Queridos míos,
si Dios nos amó tanto,
también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
12 Nadie ha visto nunca a Dios:
si nos amamos los unos a los otros,
Dios permanece en nosotros
y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
13 La señal de que permanecemos en él
y él permanece en nosotros,
es que nos ha comunicado su Espíritu.
14 Y nosotros hemos visto y atestiguamos
que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.
15 El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios,
permanece en Dios,
y Dios permanece en él.
16 Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene
y hemos creído en él.
Dios es amor,
y el que permanece en el amor
permanece en Dios,
y Dios permanece en él.
La plenitud del amor
17 La señal de que el amor
ha llegado a su plenitud en nosotros,
está en que tenemos plena confianza
ante el día del Juicio,
porque ya en este mundo
somos semejantes a él.
18 En el amor no hay lugar para el temor:
al contrario, el amor perfecto elimina el temor,
porque el temor supone un castigo,
y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor.
19 Nosotros amamos porque Dios nos amó primero.
20 El que dice: «Amo a Dios»,
y no ama a su hermano, es un mentiroso.
¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve,
el que no ama a su hermano, a quien ve?
21 Este es el mandamiento que hemos recibido de él:
el que ama a Dios
debe amar también a su hermano.