Salmo 18
Tu Señor eres mi fuerza y yo te amo. Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite. Tú Señor eres digno de alabanza. Cuando te llamo me salvas de mis enemigos. La muerte me enredó en sus lazos y sentí miedo ante el torrente destructor. La muerte me envolvió en sus lazos y me envolvió en trampas mortales. En mi angustia llamé el Señor, pedí ayuda a mi Dios y Él me escuchó desde su templo, mis gritos llegaron a sus oídos. Palabra de Dios.
Nos ponemos en presencia de Dios, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y vamos a orar juntos diciendo: Padre escúchanos. Estamos clamando, orando, llorando. En muchos casos yo siento Señor que hay muchos de tus hijos e hijas que están sufriendo lo que el salmista relata. Estamos enredados, atrapados por la muerte, enredados en la angustia, enredados en el miedo. Tú Señor tienes palabra de vida, tu Señor puedes animarnos a levantarnos hoy día, en este momento, a vivir la vida plena, la vida en abundancia, la vida confortada por tu Santo Espíritu. Solo Tú Señor tienes palabra de vida, escucha nuestra plegaria. Como dice el salmista: Nuestros llantos, nuestros gritos llegaron al templo, siempre cuando llegan a tus oídos tú tienes una pronta respuesta. Pedimos en el nombre de Jesucristo, tu amado hijo, nuestro Salvador, quien derramó su sangre por nosotros, míranos Señor, mira nuestra miseria, mira nuestras necesidades, ten compasión Padre, ten compasión no por nuestros meritos, sino por lo que tu Hijo ha hecho para salvarnos. Ten compasión de nosotros Señor, libera a tu pueblo Señor, sana a tu pueblo Señor y danos palabra de vida. En este día escucha nuestra oración. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dios siempre escucha…
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