Jesús te ama tanto que daría de nuevo su vida por ti. Vales tanto como la sangre de Cristo, que El entregó para salvarte. Eres la persona más importante del mundo para El. A nadie ama más que a ti. Te ama con todo su amor infinito. ¿Por qué no le pides prestados sus ojos para que veas todo desde su punto de vista? No te veas con tus propios ojos. No te devalúes a ti misma. No te vendas fácilmente, mintiendo o halagando para obtener la estima de los demás. No lo necesitas. Dios te ama así como eres en este preciso momento. Te ama infinitamente, porque eres su hija, a pesar de tu pasado, y seguirá amándote eternamente. Nunca dudes de su amor. Tu vida es muy importante para Dios. Para El no hay vidas menos importantes. Nada es pequeño a sus ojos.
Por eso, el no valorarte debidamente, le duele en lo más profundo. Es como dudar de su amor por ti. El te ama como eres, alta o baja, guapa o fea. El te ha hecho a su gusto. ¿Por qué te rechazas a veces a ti misma? ¿No te gustas? ¿No eres perfecta? Tampoco Dios quiere que lo seas ni lo necesitas para cumplir bien tu misión. ¿Tienes envidia de quienes tienen más cualidades que tú? Ellos deben cumplir su misión y tú la tuya. Lo importante es que tú cumplas bien esa misión que Dios te a encomendado.
Tu vida es una aventura fascinante y misteriosa, tras la que están millones y millones de años de Dios. Desde toda la eternidad, cuando todavía no existía nada de lo que se ha hecho, Dios pensó en ti y te amó y «soñó» contigo (Jer 31,3). ¿Cómo serán los «sueños» de Dios? Soñó en hacerte santa y te encomendó una misión universal. Desde el mismo día de tu concepción, en el que creó tu alma con un acto de infinito amor por ti, desde ese día sigue derramando su amor sobre tu vida y sigue esperando con ilusión tu respuesta a sus planes divinos.
Jesús pensó en ti, cuando estaba clavado en la cruz y derramó toda su sangre por ti. Sí, por ti. No lo dudes. El te ha perdonado. No estés continuamente, lamentándote por tu pasado. Vive en plenitud el presente. Acéptate como eres, Dios no hace basura. Dios te ha creado con infinito amor y te ha formado con infinito cariño. Tú eres muy preciosa a sus ojos (ls 43,4). Te ha llamado con especial predilección. No lo defraudes con tus egoísmos. No te sientas indigna de tanto amor. El desea lo mejor para ti y quiere tu felicidad.
¿Has pensado alguna vez en tu gran dignidad como hija de Dios, esposa de Jesús, princesa del cielo? El Padre de Jesús es tu padre. La Madre de Jesús es tu madre. Todos los santos y ángeles son tus hermanos. Tú perteneces a la gran familia de Dios. Vive de acuerdo a tu gran dignidad. Vive con sinceridad, con claridad, con transparencia. Sé auténtica. Nunca mientas ni engañes. No trates de imitar a otros. Tú no eres fotocopia. Tú eres una persona única en el mundo. Desde que existe el mundo, nunca ha existido ni existirá otra persona exactamente como tú. Tú eres algo distinto y especial para Dios. El tiene un plan diferente para ti, un plan único y maravilloso, que nadie más que tú podrá realizar. ¿Dejarás que en el mundo haya un vacío de amor por no cumplir fielmente el plan de Dios sobre ti? No traiciones sus planes, perderías tu propia felicidad. Y ¡cuántas almas podrían condenarse eternamente por tu infidelidad y tu falta de generosidad! Tu vida es demasiado valiosa para Dios. Dile SI a todo lo que te pida. No le niegues nada. Y no olvides que, decirle SI, es cumplir su voluntad, es morir a tus propios planes para vivir de acuerdo al plan de Dios.
No te preocupes demasiado de lo que piensan los demás. Piensa, más bien, en lo que Dios espera de ti. Desarrolla tus talentos, estudia, supérate, corrige tus defectos. No te lamentes de ser o de tener menos que los otros. No hagas comparaciones inútiles. Tú eres diferente. Y, cuando al verte llena de defectos, sientas que tu ánimo se te cae por tierra, levántate. Dios todavía no ha terminado contigo. Déjate cambiar por El. Estás en proceso de maduración. Estás en camino a la santidad. No te detengas y síguelo, aunque sea por el camino de la cruz.
Aprecia y disfruta de las pequeñas cosas de la vida para ser feliz. No necesitas cosas caras o lujosas para tener alegría y paz. Vive el presente con seriedad y responsabilidad. Haz bien todo lo que haces. Admira la belleza de la naturaleza. Disfruta del perfume y belleza de las flores, de una hoja de hierba, del rumor del riachuelo, del canto de los pájaros. ¡Hay tantas cosas lindas que tu Padre ha creado para que seas feliz! Sólo por ti crearía de nuevo el Universo. ¿No lo crees? ¿Tan poco crees que vales para Dios?.
No sientas complejo de inferioridad. No te devalúes. No ocultes tus talentos. Desarrolla tus cualidades. Haz de tu corazón un cielo, donde viva a gusto Jesús. Haz de tu vida una fuente inagotable de amor, donde puedan saciar su sed de Dios tantos hermanos tuyos que te necesitan. Dios te ama, no lo olvides. El cuenta contigo para salvar al mundo.
Fragmento del Libro “Sacerdocio de Amor” del P. Ángel Peña O.A.R.
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