Porque la Iglesia, decía el cardenal Bergoglio entonces, no se ha instituido con medios humanos por eso no puede conservarse ni aumentarse con ellos, sino con la mano omnipotente de Cristo, Dios y Señor nuestro, por eso es menester en Él solo poner la esperanza, la esperanza de que Él haya de conservar y llevar adelante lo que se digno comenzar para su servicio y alabanza y ayuda a las almas.