Eucaristía: el que coma de este pan vivirá para siempre

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Eucaristía: el que coma de este pan vivirá para siempre

Iniciamos con este una pequeña serie de lecturas bíblicas, acompañadas de citas de la historia del cristianismo y del catecismo católico. La idea es mostrar de forma sencilla, pero amplia los fundamentos de nuestra Fe Católica.

Pero antes nos encomendamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, pedimos el perdón de nuestros pecados y luego el entendimiento para hacer fructificar este momento de estudio y oración. Pedimos a nuestra Madre del Cielo y a nuestro Ángel guardián la protección debida. Finalmente nos persignamos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lo digo de esta forma para que cada uno haga la oración como de su corazón y entendimiento nazca.

Capítulo 6 del Evangelio de San Juan

Empezaremos con la base bíblica de la Eucaristía, se trata uno de los pasajes de la Sagrada Escritura que más me apasiona, en el Evangelio de San Juan, capítulo 6, donde Jesús enfáticamente nos dice: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre.”

Después de hacer un par de milagros que demostraban claramente el poder y gracia de Jesús (multiplicar los peces y panes y caminar sobre el agua) Jesús es alcanzado en la sinagoga de Cafarnaún.

Iniciaremos con lo que nos dice Jesús en Juan 6,25:

25 Al encontrarlo al otro lado del lago, le preguntaron: «Rabbí (Maestro), ¿cómo has venido aquí?»
26 Jesús les contestó: «En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.27 Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre.»
28 Entonces le preguntaron: «¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?» 29 Jesús respondió: «La obra de Dios es ésta: creer en aquel que Dios ha enviado.» 30 Le dijeron: «¿Qué puedes hacer? ¿Qué señal milagrosa haces tú, para que la veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, según dice la Escritura: Se les dio a comer pan del cielo.»
32 Jesús contestó: «En verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo.
33 El pan que Dios da es Aquel que baja del cielo y que da vida al mundo.»
34 Ellos dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» 35 Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.
36 Sin embargo, como ya les dije, ustedes se niegan a creer aun después de haber visto. 37 Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí, 38 porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
39 Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día.
40 Sí, ésta es la decisión de mi Padre: toda persona que al contemplar al Hijo crea en él, tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»
41 Los judíos murmuraban porque Jesús había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42 Y decían: «Conocemos a su padre y a su madre, ¿no es cierto? El no es sino Jesús, el hijo de José. ¿Cómo puede decir que ha bajado del cielo?» 43 Jesús les contestó: «No murmuren entre ustedes.
44 Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió. Y yo lo resucitaré en el último día.
45 Está escrito en los Profetas: Serán todos enseñados por Dios, y es así como viene a mí toda persona que ha escuchado al Padre y ha recibido su enseñanza.
46 Pues, por supuesto que nadie ha visto al Padre: sólo Aquel que ha venido de Dios ha visto al Padre.
47 En verdad les digo: El que cree tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida.
49 Sus antepasados comieron el maná en el desierto, pero murieron:
50 aquí tienen el pan que baja del cielo, para que lo coman y ya no mueran.
51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.»
52 Los judíos discutían entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer carne?» 53 Jesús les dijo: «En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día.
55 Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
57 Como el Padre, que es vida, me envió y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí.
58 Este es el pan que ha bajado del cielo. Pero no como el de vuestros antepasados, que comieron y después murieron. El que coma este pan vivirá para siempre.
59 Así habló Jesús en Cafarnaún enseñando en la sinagoga.
60 Al escucharlo, cierto número de discípulos de Jesús dijeron: «¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién querrá escucharlo?» 61 Jesús se dio cuenta de que sus discípulos criticaban su discurso y les dijo: «¿Les desconcierta lo que he dicho? 62 ¿Qué será, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir al lugar donde estaba antes?
63 El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu, y son vida.
64 Pero hay entre ustedes algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. 65 Y agregó: «Como he dicho antes, nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» 66 A partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle.
67 Jesús preguntó a los Doce: «¿Quieren marcharse también ustedes?»
68 Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
»

La confusión en el mensaje

Mucho se puede desprender de este amplio e insistente mensaje de Jesús a sus oyentes, pero lo primero que notamos es la confusión de todos, incluidos los doce apóstoles, con estas palabras, por ello es que dicen que es “un lenguaje muy duro” y efectivamente lo es. Y sorprende un poco que incluso a los doce les preguntara directamente “¿Quieren marcharse también ustedes?”.

Los mismos apóstoles esperaban una explicación del mensaje que recién habían escuchado, como sucedió en otras ocasiones con mensajes complicados, pero a cambio de ello, recibieron una sutil invitación a marcharse. Y es que Jesús es así, estas con Él o no estás, así de fácil. No le importó que los judíos y probablemente miles de discípulos que lo seguían lo abandonaran y quedarse solo con los apóstoles. Recordemos que en Lucas 11,23 dice Jesús “El que no está conmigo está contra mí; y el que no recoge conmigo desparrama” donde podría sonar a algunos intransigente o antidemocrático, pero es que Él es así, Él es Dios y punto. Por fortuna para los apóstoles es en la cena pascual donde se aclara este mensaje como ya veremos.

Las Promesas de Jesús en Cafarnaún

De este mensaje en la sinagoga de Cafarnaún se desprenden bastantes afirmaciones de Jesús, de las más hermosas de los evangelios y me atrevo a decir que de toda la Biblia, veámoslas.

35 Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.
40 Sí, ésta es la decisión de mi Padre: toda persona que al contemplar al Hijo crea en él, tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»
47 En verdad les digo: El que cree tiene vida eterna.
51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.»
54 El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
57 Como el Padre, que es vida, me envió y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí.
58 Este es el pan que ha bajado del cielo. Pero no como el de vuestros antepasados, que comieron y después murieron. El que coma este pan vivirá para siempre.

Lo que vemos en estas frases es la reiteración de un mismo mensaje, el mensaje de la salvación (yo lo resucitaré el último día;… crea en él, tendrá vida eterna; El que coma este pan vivirá para siempre), sin embargo con un acento distinto al que se habla en el resto de los evangelios y la biblia entera, pues se habla de comer y beber la carne y sangre de Jesús.

Ahora bien, lo que consagra el sacerdote es pan y vino, lo de pan lo entendemos, pues aquí mismo Jesús nos dice que Él es el “pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo” es decir, su cuerpo y su carne son el pan. Pero y ¿dónde quedó las sangre?

Institución de la Eucaristía por Jesús

En Lucas 22,19 encontramos los siguiente: 19 Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se los dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía.» 20 Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes».

Para el católico estas palabras son familiares pues son las palabras de la consagración del pan y el vino en la Santa Misa. Entonces su sangre derramada es el vino y, como habíamos visto antes, el pan es su carne. Lo que significa que la Eucaristía que celebramos en Misa es Cristo mismo.

Pablo y la Eucaristía

Ahora veamos lo que nos dice San Pablo en 1 Corintios 11,23: 23 Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, 24 dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». 25 De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía». 26 Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva. 27 Por eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor.
28 Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; 29 porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación.

Analicemos un poco, dice Jesús: Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes”. El pan es el cuerpo de Cristo, que a su vez es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, el Cordero degollado del Apocalipsis. Y dice también: “Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre”. La sangre derramada por Jesús es el sello de la Nueva Alianza de Dios con su pueblo (si Dios lo permite, próximamente hablaremos de esta alianza). Entonces lo que comemos y bebemos es total y absolutamente sagrado, trascendental, no es cualquier cosa, no es una simple celebración, un mero símbolo. Y Pablo lo deja más claro al decir: “el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor”. Y aquí nacen algunas dudas que cada quien debe contestarse: ¿Cómo recibo al señor? ¿Cómo recibo el cuerpo y la sangre de Cristo? ¿Soy digno de recibirla?

Entonces dice Pablo duramente: 28 Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; 29 porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación.

Y pensar que muchos ven en la Eucaristía un mero símbolo, me pregunto cómo es posible que un símbolo provoque condenación.

Como veíamos al principio, este mensaje de la Eucaristía es muy duro para quien no lo recibe dignamente. Encontramos por un lado que si lo consumes dignamente, te salvas y vives en Cristo, pero si lo consumes indignamente y sin  discernir (darte cuenta de) lo que consumes, te puedes condenar. Si ya sabes lo que es la Eucaristía (disciernes) y te presentas en estado de gracia ante el Señor (confesado y arrepentido) consumes el pan de vida, consumes a Cristo vivo.

Dónde te alimentarán como te alimenta la Iglesia

Ahora veamos el pasaje de los discípulos de Emaús, que habla de dos hombres de camino a Emaús, tristes, desanimados por la reciente muerte de Jesús en la cruz. En el camino se les aparece Jesús. Leamos esto en Lucas 24,17: El les dijo: «¿De qué van discutiendo por el camino?» Se detuvieron, y parecían muy desanimados.
18 Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: «¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está enterado de lo que ha pasado aquí estos días?» 19 «¿Qué pasó?», les preguntó. Le contestaron: «¡Todo el asunto de Jesús Nazareno!» Era un profeta poderoso en obras y palabras, reconocido por Dios y por todo el pueblo. 20 Pero nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes renegaron de él, lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz. 21 Nosotros pensábamos que él sería el que debía libertar a Israel. Pero todo está hecho, y ya van dos días que sucedieron estas cosas. 22 En realidad, algunas mujeres de nuestro grupo nos han inquietado, 23 pues fueron muy de mañana al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, volvieron hablando de una aparición de ángeles que decían que estaba vivo. 24 Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.»
25 Entonces él les dijo: «¡Qué poco entienden ustedes, y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas! 26 ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» 27 Y les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés y luego todos los profetas.
28 Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir adelante, 29 pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, ya está cayendo la tarde y se termina el día.» Entró, pues, para quedarse con ellos. 30 Y esto sucedió. Mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, 31 y en ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero ya había desaparecido. 32 Entonces se dijeron el uno al otro: «¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33 De inmediato se levantaron y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a los de su grupo. 34 Estos les dijeron: «Es verdad. El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.» 35 Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Que bendición haber escuchado del mismo Jesús la interpretación y justificación en Moisés y los profetas de su padecimiento para así cumplir lo escrito y entrar en su gloria. Al ver a Jesús explicar las escrituras y luego bendecir y partir el pan, me viene a la mente el formato de la Santa Misa, primero se leen las escrituras y después se bendice y reparte la ostia. ¿En qué otro lugar encontrarás esto? ¿Dónde te alimentarán como te alimenta la iglesia? Con el cuerpo y la sangre de Jesucristo nuestro Señor. Por eso se dice que el católico tiene el menú (la biblia) y la comida (el cuerpo y sangre de Cristo) y otros solo el menú. Porque como dicen este par de discípulos al final: a Jesús se le reconoce al partir el pan.

Veamos ahora nuevamente a Pablo, ahora en Tróade un domingo. Leamos esto en Hechos 20,7: 7 El primer día de la semana estábamos reunidos para la fracción del pan, y Pablo, que debía irse al día siguiente, comenzó a conversar con ellos. Pero su discurso se alargó hasta la medianoche. 8 Había bastantes lámparas encendidas en la pieza del piso superior donde estábamos reunidos. 9 Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en el borde de la ventana, y como Pablo no terminaba de hablar, el sueño acabó por vencerle. Se durmió y se cayó desde el tercer piso al suelo. Lo recogieron muerto. 10 Pablo, entonces, bajó, se inclinó sobre él, y después de tomarlo en sus brazos, dijo: «No se alarmen, pues su alma está en él.» 11 Subió de nuevo, partió el pan y comió. Luego siguió conversando con ellos hasta el amanecer, y se fue. 12 En cuanto al joven, lo trajeron vivo, lo que fue para todos un gran consuelo.

Nuevamente detectamos la inseparabilidad de la explicación de los misterios de Dios y la Eucaristía, aunque parece que Pablo, con esa pasión desbordada que siempre mostraba por el Señor, se alargó un poco en el discurso y alguien se le durmió, cayó y murió, así de simple. Luego lo revive y continúa entonces con fracción del pan.

Finalmente leamos un par de fragmentos pequeños que siguen dándonos pistas de que la Eucaristía era un acto cotidiano al igual que la enseñanza de los apóstoles y la oración. Veamos en Hechos 2,41: 41 Los que acogieron la palabra de Pedro se bautizaron, y aquel día se unieron a ellos unas tres mil personas. 42 Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones.

Pablo a los Corintios, 1 Corintios 10,15: 15 Les hablo como a personas sensatas, juzguen ustedes mismos lo que voy a decir. 16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? 17 Así, siendo muchos formamos un solo cuerpo, porque el pan es uno y todos participamos del mismo pan.

Primero recordemos que Eucaristía es una palabra griega que significa comunión. En este par de ejemplos seguimos confirmando que la Eucaristía es un mandato de Cristo que siguieron los apóstoles y que al participar del pan, participamos del cuerpo de Cristo, que también es la Iglesia (Efesios 1, 22).

Hasta aquí dejamos esta primera parte del artículo, en una próxima segunda parte, que publicaremos aquí mismo, en www.LaFeCatólica.com, veremos la celebración y defensa de la Eucaristía, también daremos un repaso a lo que nos dice el catecismo y haremos una conclusión. Espero contar con su lectura también. Y por favor lean la Biblia, pero no en pedacitititos. Que Dios los bendiga.

Francisco Delgado Bautista
www.LaFeCatolica.com





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