¿Ha Llegado el Fin de los Tiempos? – Fray Nelson Medina

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Ha Llegado el Fin de los Tiempos

Fray Nelson Medina nos habla de la fascinación y hasta miedo que provocan muchos al promover supuestas profecías del fin de los tiempos y otras calamidades, e interpretándolas de muy variadas formas, hasta contradictorias, lo que provoca el miedo e incluso la división entre los católicos.

Hermanos queridos, los acontecimientos que hemos vivido en estos últimos días, particularmente después de la renuncia del papa Benedicto XVI, han sido causa de preocupación, de cierta zozobra, de inquietud en muchos católicos. La razón es que sienten que se acerca el fin de los tiempos o también  que relacionan lo que está sucediendo con algunas profecías antiguas, especialmente de un obispo irlandés llamado Malaquías, san Malaquías, o también porque han escuchado mensajes de personas supuestamente inspiradas, en algunos lugares les llaman instrumentos, personas que están hablando de la gravedad de la época en la que estamos. La pregunta que nos hacemos es ¿Cuál es una actitud sana? ¿Cuál es la mejor respuesta? Una respuesta que esté de acuerdo con nuestra fe y con nuestro ser de católicos…

Predicación a la Comunidad Immáh, en Retiro el 10 de Marzo de 2013, en Bogotá.

* Hoy en día circula, especialmente por Internet, todo un cúmulo de mensajes de tipo apocalíptico, junto con las más diversas interpretaciones de esos mismos mensajes. Lo inusual de la renuncia de un Papa (Benedicto XVI), despierta la curiosidad y las preguntas en muchos, y ese tipo de mensajes prosperan mucho en ese ambiente.

* ¿De qué fuentes provienen esos mensajes? Hay en la Biblia el libro del Apocalipsis; existe también la literatura apocalíptica, dentro y fuera de la Biblia; y hay además una serie de mensajes, que se atribuyen a Jesús o a la Virgen, algunas veces con gran despliegue y aprobación, como es el caso de Fátima, otras veces con alcance más bien modesto, cual sucede con tantas manifestaciones privadas que tienen hoy en día no pocas personas, a las que se suele llamar «instrumentos.»

* Esos mensajes no son consistentes sino que se contradicen bastante. Algunos aseguran que Benedicto XVI fue el último Papa verdadero, de modo que su sucesor sería ya un instrumento del mal; otros en cambio aseguran que el Papa que suceda a Benedicto XVI será especialmente estricto, y por ello será rechazado. Algunos ven la renuncia del Papa como algo inusual pero dentro de lo explicable y normal; otros en cambio sostienen que el Papa fue obligado a renunciar o que se vio abrumado por traiciones, presiones y escándalos y por eso renunció.

* Muchos, en todo caso, creen que se puede hacer corresponder estos hechos de nuestra historia con los relatos del libro del Apocalipsis o con partes de los mensajes cifrados que supuestamente se hallan en revelaciones privadas. Según ellos estaríamos entrando en una etapa de la historia que se llama «fin de los tiempos.»

* El problema es que esa manera de interpretar la literatura apocalíptica hace de los textos una especie de «guión» de cine que estaría sólo al alcance de gente muy perspicaz. Ambas presunciones parecen ajenas a la Biblia: una interpretación de correspondencia, o de guión de cine, supone una especie de fatalismo y viene a declarar como inútil la apertura del ser humano hacia la conversión. Según indicaba el entonces Cardenal Ratzinger, ya en el año 2000, las profecías son siempre condicionales, porque finalmente la ley último del actuar divino está en aquello de «No quiero la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva,» según dijo el profeta Ezequiel.

* Es más correcto y sano leer el Apocalipsis, y toda literatura de su tono, como una invitación perpetua a la conversión y la esperanza, sabiendo que las escenas allí descritas son como prototipos del actuar del mal en sus diversas fases. El anticristo, por ejemplo, es presentado en singular en el Apocalipsis mientras que San Juan, en su Primera Carta, habla de «muchos anticristos,» donde se ve que una lectura por «prototipos» es más correcta y cercana a la Biblia.

* Queda claro que somos apremiados en la tarea de la conversión y la fidelidad, pero no por vía de pánico ni de lecturas sofisticadas, que en todo caso estarían lejos de la comprensión de los más sencillos. Nuestra fidelidad y caridad al proclamar el Evangelio de salvación son la mejor manera de aguardar al Señor «hasta que vuelva.»





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