Esta mañana a las 10.00, el Papa Benedicto XVI ha presidido en la plaza de san Pedro, la Santa Misa de apertura del Año de la Fe, que el Pontífice ha proclamado en ocasión del 50 aniversario de inicio del Concilio Vaticano II, que abría sus puertas en un día como hoy de 1962. Aquella solemne ceremonia ha recordado en tantos aspectos la de esta mañana, en la que han participado, el patriarca ortodoxo de Constantinopla, el arzobispo anglicano de Canterbury, patriarcas y arzobispos mayores de las Iglesias católicas Orientales, presidentes de las Conferencias Episcopales, cardenales y obispos de todo el mundo, muchos de ellos llegados al Vaticano, donde se está celebrando el Sínodo de los obispos sobre el tema de la Nueva Evangelización.
En su homilía Benedicto XVI ha invitado «a entrar más profundamente en el movimiento espiritual» que caracterizó aquel gran Concilio, «para hacerlo nuestro y realizarlo en su verdadero sentido», volver a las verdaderas enseñanzas que nos dejó, «redescubrir la belleza de la fe en Cristo», «la fe apostólica, animada por el impulso interior de comunicar a Cristo a todos y a cada uno de los hombres durante la peregrinación de la Iglesia por los caminos de la historia».