Encontramos por ejemplo:
- Dios promete en Génesis 3,15 a uno, nacido de Mujer, que le aplastaría la cabeza a la serpiente.
- Abraham profetiza en Génesis 22,8 que Dios proveerá un cordero para el sacrificio y Juan el Bautista dice en Juan 1,29 que ese cordero es Jesús.
- Dios promete en Deuteronomio 18,18 la llegada de un profeta como Moisés al que deberán escuchar.
- Dios promete al rey David en 2 Sam 7,13 que un hijo suyo se sentará en el trono del reino para siempre, y eso se cumple en Jesucristo como dice Lucas 1,32.
- Isaías 7,14 profetiza que nacerá de una Virgen y será Emmanuel es decir Dios con nosotros.
- Nacerá en la población de Belén según Miqueas 5,1.
- Hablará en parábolas dice el Salmo 78,2.
- Curará enfermos según Isaías 53,4 y que confirma Mateo 8,16-17.
- Será despreciado, enjuiciado sin defensor y sin juicio, humillado, castigado, herido y asesinado por nuestros pecados, será como cordero mudo llevado al matadero según revela Isaías 53 y el Salmo 22.
- Será enterrado y resucitará al tercer día como Jonás según Mateo 12,40 que se apoya en Jonás 2,1.
Esta ultima de Jonás sería más una tipología que una profecía. Si las juntáramos, profecías y tipologías comprobaríamos que todos los libros del Antiguo Testamento hablan directa o indirectamente del Mesías esperado.
Del Nuevo Testamento basta que recordemos que está escrito en torno a la vida y enseñanza de Jesús.
El centro y corazón de toda la Sagrada Escritura es Cristo. Él mismo lo confirma en varios pasajes de los evangelios, por ejemplo dice a un grupo de maestros de la ley que eran los encargados de estudiar las Escrituras.
Juan 5,39: Ustedes escudriñan las Escrituras, ya que creen tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí.
Y también comenta a los discípulos justo antes de ascender al cielo en
Lucas 24,44: Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que les dije cuando todavía estaba con ustedes: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí.»
Por esto es que la Iglesia enseña que Cristo es el Centro y Corazón de toda la Escritura (CIC 112).
En conclusión diremos que para entender las Sagradas Escrituras hay que conocer a Jesús y para conocer a Jesús hay que leer las Sagradas Escrituras. Por eso decía san Jerónimo una frase que la Iglesia ha hecho suya (CIC 133):
“Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”.
Ver esta clase en video:
https://www.youtube.com/watch?v=5YoXWI5xtkY