No obstante, recuerda amigo que necesitas regresar a la lucha cotidiana. “Fortifica tu corazón en Dios, levanta las rodillas vacilantes y retoma tu vida”. Siempre hay alguien que necesita de ti.
Solamente la fe en Jesucristo es capaz de darte el consuelo que buscas. Frente a la muerte todos los argumentos terminan. Además, somos seres limitados para encontrar la respuesta exacta que nuestro corazón espera.
Para quien tiene fe, la muerte deja de ser un fantasma y se hace condición indispensable para el encuentro del hombre con Dios.
Para quien cree en Jesucristo, la muerte es el inicio de la felicidad eterna, liberación de todas las ligaduras que atan a nuestro cuerpo en la tierra. Es el inicio de todo, y no el “fin de todo”, como infelizmente se atreven a afirmar los incrédulos y materialistas.
La muerte es para todos. Consecuencia del pecado, tanto para ti como para mi, un día seremos llamados. Y ni siquiera las técnicas más avanzadas lograrán dominarla.
¿Congelamiento?… ¿para morir “un poco más tarde”? ¿Trasplante de corazón?… ¿Para prolongar, apenas por algunos años, el deseo de eternidad que habita en los hombres?
El paso más importante y decisivo que darás algún día (¿cuándo…?) será en el momento de tu muerte.
Sigue a Jesucristo y confía en Él. Hay un lugar preparado para ti en el cielo. Esfuérzate por no perderlo.
Fragmento del libro: “Él enjugará tus lágrimas” del Padre Carlos A. Schmitt