El Señor me mostró la primera vez que cometí un pecado muy grave (6 años), a partir de ese día perdí el gozo y la paz y quede convertido en un alma triste, a pesar de todos los logros que tuve en mi vida, todo el dinero que conseguí, toda la fama que conseguí, todas las oportunidades de disfrutar todas las cosas que quise en este mundo, siempre fui un hombre triste. Lo disfrazaba muy bien porque vivía en la euforia del dinero, en la euforia del vino, en la euforia de la lujuria y eso me hacía parecer como una persona feliz, pero nunca lo fui, era una persona triste… piensen lo maravilloso que es el regalo de Cristo en la redención por su encarnación y que sucede a través de la Virgen María, nos devuelve la paz que habíamos perdido al perder nuestra inocencia… la ciencia de encontrar el camino hacia la paz y la perfección es una ciencia de Dios, la ciencia de la Cruz…