Fernando Casanova, antes pastor pentecostal, nos relata cómo, mientras buscaba razones para no hacerse Católico, descubrió la presencia real y verdadera de Jesucristo en la Santa Eucaristía.
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Vamos a hablar de la eucaristía, porque estamos conversando tú y yo de manera franca, estoy abriendo mi corazón, te estoy dejando saber lo que aconteció en mi vida, como he venido a dar al traste con esta realidad maravillosa de la presencia real de mi Señor en la santa Eucaristía. Ya lo había descubierto en la tradición de la Iglesia, había descubierto a esta Iglesia y su doctrina en la biblia, pero me faltaban algunas cosas por conocer. Ya te he contado acerca de mi encuentro con la Madre del Cielo. Ahora me toca hablarte de la Eucaristía, ese gran tema, ese gran milagro, ese misterio de la presencia real y verdadera de nuestro Señor en los elementos del pan y vino, porque ya no es pan ni vino una vez han sido consagrados, estamos hablando del mismísimo cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. Eso es lo que creo ahora, con todo mi corazón, estoy seguro de eso, porque lo revelado el Señor, porque está en la palabra de Dios.
Anteriormente no lo creía, anteriormente la Eucaristía para mí era algo que llamábamos «La Santa Cena», esa era la versión original y verdadera de lo que Cristo había instituido en el evangelio. «La noche en que fue entregado el Señor tomó pan y vino, bendijo, lo partió y dijo: Tengan y coman todos de él porque este es mi cuerpo, tengan y beban todos de este cáliz porque este es el cáliz de la alianza en mi sangre, de la alianza nueva y eterna» y Jesucristo instituye la Eucaristía. Pero para nosotros esto era un símbolo, era una representación de aquel momento, el centro del culto siempre era la proclamación de un texto de la biblia, pero la observancia de la cena del Señor no era regularmente celebrada, de hecho en nuestra tradición se tenía una mesita donde se guardaban los utensilios que se utilizaban para la Santa cena y se ponía en una esquina al extremo derecho o izquierdo al fondo de la plataforma desde la cual se predicaba, pero el centro era el pulpito, el atril aquel grande desde el cual se predicaba. ..
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