La Misa Tridentina es el ritual de la Misa del rito romano de la Iglesia Católica, como está descrita en las ediciones sucesivas del Misal Romano que fueron promulgadas desde 1570 a 1962.
El calificativo de «tridentina» se refiere a su origen, ya que fue tipificada, reformada y uniformizada a toda la Iglesia latina por iniciativa del Concilio de Trento. También se la llama Misa de San Pío V, el Papa que la codificó hasta la reforma de Pablo VI. Otros nombres son Misa latina, Misa preconciliar (es decir, de antes del Concilio Vaticano II, porque fue la misa que se celebró durante todo ese Concilio), Misa clásica o de simpre, tradicional, o simplemente, «Misa en latín».
Definición teológica
La Misa Tridentina constituye el esplendor litúrgico del dogma católico; numerosas son las expresiones que a lo largo de la historia han confirmado tal cosa. El mundo católico abraza su liturgia con especial devoción, en tanto ella es la renovación del sacrificio de la Cruz de Jesucristo. Por las palabras del Canon Romano, en la Misa Tradicional, la oblación de Cristo como Hijo de Dios, y Víctima Divina es renovada realmente, al punto que la Iglesia enseña que así como en el Calvario Cristo se ofreció como Víctima para la salvación de los hombres, de manera cruenta (es decir, con efusión de sangre), asimismo en el Altar, en cada Misa, se renueva verdaderamente ese acto, sólo que de manera incruenta (es decir, no hay efusión de sangre).
El Canon Romano de la Misa Tradicional conserva las palabras mismas que Jesucristo instituyó en la Última Cena. A tal punto representa la liturgia la doctrina católica, que muchos fueron los acatólicos que la combatieron, como Lutero cuando decía «destruyamos la Misa, y destruiremos a la Iglesia», así como numerosos los que la apreciaron por su solemnidad y belleza, incluso desde el punto de vista artístico o cultural, tales como el famoso historiador alemán Leopold von Ranke (cfr. su libro «Historia de los Papas»).
Es la acción más preciada por los católicos, y el centro sobre el que gira la Fe católica. «Una sola Misa da más gloria a Dios, que todas las santas acciones de los hombres», dice San Alfonso María de Ligorio en su libro «De la santidad y dignidad sacerdotal»
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