Hijo mío, no reprendas cuando hagas un favor, no causes tristeza si haces un regalo. ¿No refresca el rocío al viento caliente? De igual modo la palabra hace más bien que lo que se da. ¿No ves que algunas palabras valen más que un regalo? Pero una persona generosa junta lo uno con lo otro. El insensato echa a perder una buena obra con sus críticas, el regalo de un hombre mezquino hace que se llenen de lágrimas los ojos. Antes de hablar, infórmate, y cuídate antes de estar enfermo. Examínate antes que Dios te juzgue, y obtendrás perdón el día en que te visite. Humíllate antes de caer enfermo y si has pecado muestra tu arrepentimiento.
No dejes de cumplir un voto en el momento determinado, no esperes la muerte para ponerte en regla. Reflexiona bien antes de hacer un voto, no seas de esos que tientan al Señor. Piensa en el juicio de los últimos días, en los días del castigo en que Dios dará vuelta la cara.
En los momentos de abundancia acuérdate de los instantes de miseria; en los días de riqueza piensa en la pobreza y en la carencia de todo. De la mañana a la noche ha transcurrido el tiempo: todo pasa rápido delante del Señor. El que es sabio está atento en cualquier momento; incluso cuando abunda el pecado, él evita la falta. Toda persona sensata reconoce la sabiduría, y felicita a los que la han hallado. Aquellos cuyas palabras están llenas de sensatez han sabido ser sabios; sus sentencias son una lluvia bienhechora.
No te dejes llevar por tus ambiciones, refrena tus apetitos. Si te concedes lo que quieren tus pasiones, harán que de ti se rían tus enemigos. No te des a la buena vida, no pases a ser esclavo de sus exigencias. No te empobrezcas festejándote con dinero prestado cuando no tienes nada en tu bolsillo.
Eclesiástico 19, 15-33
Debe estar conectado para enviar un comentario.