La Fiesta de Pentecostés, la venida del espíritu Santo sobre los apóstoles y María Santísima, se celebra a los 50 días de la Resurreción del Señor Jesús concluyendo el tiempo pascual.
EL Espíritu Santo es la «Tercera Persona de la Santísima Trinidad», es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.
El Espíritu desciende, cumpliendo las promesas del Señor Jesús, sobre la comunidad naciente y temerosa, infundiendo sus siete dones y dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de la salvación.
Con su venida, los apóstoles recuperan las fuerzas perdidas, renuevan la ilusión y el entusiasmo, aumentan el valor y el coraje para dar testimonio ante todo el mundo de su fe en Cristo Jesús.
El Espíritu Santo con su gracia es el «primero» que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva.
El Espíritu Santo nos otorga el Don de Ciencia, consejo, Fortaleza, Inteligencia, Piedad, Sabiduría y el don de Temor. También nos da los frutis de la Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, benignidad, Mansedumbre, Fe, Modestia, Continencia y Castidad.
Es el mismo Espíritu Santo que, desde hace dos mil años hasta ahora, sigue descendiendo sobre quienes creen que Cristo vino, murió y resucitó por cada uno de los hombres.
«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu
Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo».
Hechos de los Apóstoles 2, 1-5