Se nos ha convencido en estos tiempos modernos que “no importa cuánto tiempo les das, lo que importa es la calidad del tiempo” esa frase es un eufemismo para disfrazar el deseo del enemigo de Dios de que nos separemos los padres de los hijos, pero no, no es así, a los Hijos no se les educa a distancia, hay que estar ahí y en la medida de tus posibilidades, date tiempo para estar con ellos… Recuerdo que cuando terminando mi profesión todo mundo decía, pues trataba, trabaja y se productiva pues has sido lista y has sacado bien la universidad, ahora hay que darle a la sociedad todo lo que tienes, pero pronto, después de terminar mi carrera me casé y de común acuerdo con mi esposo y de cara a Dios, decidimos que yo me iba a dedicar a la educación de mis hijos. Te digo de corazón, si hubo momentos difíciles en que yo veía que mis amigas progresaban profesionalmente hablando, tenían avances y yo estaba lavando pañales, lavando biberones, atendiendo bebés y si hubo un momento en que tenía una cierta frustración de este mundo moderno, este pensamiento moderno y llegué a pensar “Dios mío, estoy aquí dedicándome a lavar biberones en lugar de hacer algo productivo en la sociedad” Si llegué a dudar, porque el mundo moderno nos hace pensar que es más valioso el trabajo fuera de casa, pero gracias a Dios me mantuve dentro del hogar haciendo hogar… Hoy que el Señor me permite cosechar en mis hijos lo que sembré, le digo “Señor gracias, gracias porque me permitiste estar de pie al pie de la cruz, en el hogar, donde tú me querías cerca de mis hijos educándolos”
