Sentadas a los Pies del Señor – Hermana María José Socias

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Sentadas a los Pies del SeñorLa hermana María José Socias de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María nos invita, con esta reflexión del pasaje de la samaritana a permanecer a los pies del Señor Jesús para saciar la sed que tenemos de Dios y la sed que Dios tiene de nosotros.

Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado por la caminata, se sentó al borde del pozo. Era cerca del mediodía. Fue entonces cuando una mujer samaritana llegó para sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber. Los discípulos se habían ido al pueblo para comprar algo de comer. La samaritana le dijo: «¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Se sabe que los judíos no tratan con los samaritanos). Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría. Ella le dijo: «Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. ¿Dónde vas a conseguir esa agua viva?» Nuestro antepasado Jacob nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus animales; ¿eres acaso más grande que él?» Jesús le dijo: «El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna. La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua, y así ya no sufriré la sed ni tendré que volver aquí a sacar agua. Jesús le dijo: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá. La mujer contestó: «No tengo marido. Jesús le dijo: «Has dicho bien que no tienes marido, pues has tenido cinco maridos, y el que tienes ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad. La mujer contestó: «Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres siempre vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes, los judíos, ¿no dicen que Jerusalén es el lugar en que se debe adorar a Dios?» Jesús le dijo: «Créeme, mujer: Llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será «en este cerro» o «en Jerusalén». Ustedes, los samaritanos, adoran lo que no conocen, mientras que nosotros, los judíos, adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Entonces serán verdaderos adoradores del Padre, tal como él mismo los quiere. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad. La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías (que es el Cristo), está por venir; cuando venga nos enseñará todo. Jesús le dijo: «Ese soy yo, el que habla contigo. Juan 4,6-26.

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