Hola Carolina
¿Cómo culpar a Dios de nuestros problemas? ¿Acaso el nos metió en ellos? ¿Acaso Dios nos dio la vida para luego castigarnos con la muerte? Siempre debemos entender que Dios es libre, de naturaleza libre y por eso nos ha hecho libres, profundamente libres, para tomar nuestras decisiones. Y cada quien elegirá el camino bueno o el malo. ¿Acaso Dios va a violar la libertad que ya nos dio? No te conozco y no sé por qué cosas pasas, quizás sean problemas fuertes, pero lo que si se es que Dios te ama, aunque tu obviamente ya lo rechazas y lo ves como si fuera un Mago que no cumple sus promesas, pero te aseguro (aunque esto ya debes saberlo en el fondo de tu corazón) no has conocido aun al Verdadero Dios por quien vivimos.
Vergüenza me da no saber cómo explicar el amor que Dios nos tiene, pero si te puedo decir que mi madre por cinco años sufrió mucho físicamente y todos los días, todos en la casa, a cada instante, le pedíamos a Dios que la sanara de aquel cáncer tan doloroso, que la hacía llorar varias veces al día, sin embargo, y a pesar de nuestras oraciones, ella murió.
Me quise morir con ella, no tenía ya sentido la vida para mí, la oscuridad se me vino encima, pero Él me sostuvo de muchas maneras y aquí estoy amándolo como nunca pensé que podría amar a un Dios al que yo decía que no existía, pues fui ateo, fui agnóstico, fui esotérico, seguidor de magias terrenales y muchas falsas doctrinas humanas y malignas.
La oración no cambió nada sobre la muerte de mi madre, pero si me cambió a mí y a toda mi familia, me rompió el corazón de piedra y me puso uno de carne. El sufrimiento es complicado, pero hoy me queda claro, por mi caso y el de mucha gente que he conocido, que es santificador, purificador, nos hace ver las cosas tal cual son y eso nos lleva a tomar el camino de la vida y dejar el camino de la muerte, obedecer lo que Dios nos pide y eliminar (aunque cuesta mucho trabajo) lo que el mundo exige, a veces ese proceso puede ser largo y doloroso, pero no solo es lo mejor que tenemos, sino que es lo único.
Dices que Dios no sabe lo que es sufrir, yo te digo que si lo sabe y lo tiene más claro que tu, pues nadie ha pasado lo que Él ha pasado, nadie a padecido por todos nosotros como Él lo hizo y lo sigue haciendo cada vez que ve a sus hijos padecer y encadenarse a sí mismos con las cadenas del mundo y del maligno.
Junto a tu primo seguro que si estaba Dios pero sus ojos, su corazón y su espíritu estaban tan cegados que ya no lo vio, y tampoco vio a su familia ni te vio a ti o a muchos otros que seguramente le habrían tendido una mano para que el eligiera la vida y no la muerte.
Si desprecias la vida que Dios te ha dado no solo es tu problema, también es de tu familia, es de tu comunidad, es de todos, incluso de los que no te conocemos, pues el mal habrá vencido sobre un alma de Dios y el cielo entero llorará porque nadie te dio la mano. Pero eres libre de decidir el camino de la vida o el camino de la muerte, el camino del Amor o el camino del Dolor.
Quien está del lado de Dios debe entender que Dios no nos dio un Espíritu de cobardes sino de valientes, y si lo conocemos y creemos verdaderamente en Él entonces somos parte de su ejército, un ejército que puede padecer mucho en esta vida pero nunca se rendirá, un ejército que lleva la frente en alto y la sonrisa en sus labios porque el Señor ha resucitado. Aunque llevemos rotas las costillas, heridas en todo el cuerpo, días sin comer o beber, debemos saber que Cristo ya ha vencido. Si el mundo se convulsiona, la maldad brota por doquier y la noche es cada vez más oscura, Cristo ha vencido y al final todos venceremos con Él. Eso es lo que nos mantiene al frente de esta batalla, por el Espíritu de vencedores que se nos ha dado y la seguridad en el triunfo.
Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo.
Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos.
Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de vivos y muertos.
Romanos 14, 7-9
(Cristo) se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre.
Filipenses 2, 8-11
¿Y cómo un verdadero soldado de Dios puede detenerse a sufrir sus penas o dolores? ¿Acaso hay tiempo para ello? Si amas a Dios entrégale la vida a Él que es la vida y cada segundo de tu vida gástalo en salvar a tu hermano para que acumules riquezas en el cielo. Si haces eso te aseguro que la depresión que padeces desaparecerá automáticamente y ya no habrá oportunidad a que el maligno te ciegue como lo hizo con tu primo. La alegría llegará, los días se harán cortos, la esperanza larga, el amor se hará vida y la vida una oración constante y verdadera al Señor.
Que el Señor y María Santísima iluminen tu camino
Tu hermano Francisco
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