Patricio, ingeniero en minas, católico a su manera, y su mujer Carmen Gloria protestante, rezaban por años para encontrar a Dios en una misma senda. El, para que ella se hiciera católica; ella, para que él se uniera a su Iglesia evangélica. A la vuelta de los años ella concluye: nadie sabe para quién trabaja. Ahora los dos están en un mismo camino, felices de la vida, con sus cinco hijos.