No había nadie que me guiara, nadie que me orientara, y yo pensaba que me tenía que orientar yo a mi mismo, que nadie me tenía que decir a mí lo que tenía que hacer. Un poco por un orgullo enorme, y era un poco la ley de la calle, de la vida que me enseñaba, no había otra cosa, no tenía referencia…
En un momento me dije “Voy a Italia y me escapo de mis problemas (una vez más) y se quedan ahí los problemas” Eso pensaba yo, pero luego llegando a la comunidad Cenáculo donde entró mi hermano, me di cuenta que los problemas los tengo pegados y que si nos los afronto siguen ahí y van a seguir ahí toda la vida y depende de cómo yo los afronte los puedo convertir en algo bueno o seguir hundiéndome…