Hermoso programa donde se nos invita a valorar el sentido del hecho milagroso de que Jesucristo se haga realmente presente a diario en la celebración eucarística.
Dios no abandono a las criaturas, goza estando con ellas, no de modo visible pero si de otras múltiples maneras, “Allí donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos”, dice Jesucristo. Cuando rezamos, allí pues está Él con nosotros, y en cada oración de la iglesia. “Tuve hambre y me diste de comer” el Señor está particularmente en los pobres, en los enfermos, en los ancianos. En el prójimo hemos de ver a Cristo, así es fácil cumplir su mandato de amarnos los unos a los otros.
Presente está también el Hijo de Dios, el verbo, en el evangelio, a través del cual nos transmite su palabra. La Sagrada Liturgia es otro en centro con el Salvador. En el alma en gracia, establece su morada la tercera persona del a Trinidad, el Espíritu Santo. Es una presencia entrañable, permanente que nunca abandona si no se le expulsa con el pecado.
Pero por encima de todos estos modos de estar presente, destaca la presencia real y sustancial de Cristo en la Eucaristía. Es esta la apoteosis del Amor, que lleva todas las otras presencias a su plenitud, es la presencia viva del cuerpo y la sangre de Cristo, bajo las especies del pan y del vino, es el gran misterio de la fe. El Dios hecho hombre no quiso reducir su estancia en el mundo a 33 años de vida, quiso quedarse con nosotros hasta el fin de los siglos. Su omnipotencia le permitió irse y quedarse al mismo tiempo, Porqué? Por amor.